martes, 24 de noviembre de 2015

Fragmento de El Cortesano, de Baltasar de Castiglione

Este texto no podría ni debería estar vigente hoy en día ni nunca por varios motivos, los cuales explicaré a continuación. Una mujer no tiene que ser mansa, ni sumisa; debe ser fuerte, independiente y segura de sí misma. Una mujer puede bailar  lo que quiera y como quiera, y puede tocar el instrumento que la de la gana. Una mujer puede ser delicada y dulce, siempre y cuando su personalidad sea así, y no porque la obliguen a serlo. Una mujer puede acicalarse más, menos o igual que un hombre. Una mujer puede ser flaca, gorda, pálida, morena, rubia, morena, pelirroja, blanca, negra, con vagina, con pene, alta, baja, con vello, sin él, con pecas, con las uñas mordidas, con rizos, con el pelo liso, con los ojos de cualquier color, con michelines, marcando el costillar, con celulitis, con granos, con los dientes separados, juntos, con braquets y con caries. Una mujer es bella tal y como es. Una mujer puede ser culta. Una mujer puede ser tan inteligente como un hombre. Una mujer puede decidir sobre su cuerpo y su vida. Una mujer puede que tener un juicio y una opinión. Una mujer puede gritar y luchar.

Una mujer debe ser tal y como ella es, sin que nada ni nadie la diga qué es lo bonito ni lo correcto.

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